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El arte de sumergirse en el corazón de los dibujos infantiles

El arte de sumergirse en el corazón de los dibujos infantiles
Los dibujos infantiles coloridos, polifacéticos, imaginarios, no pueden dejar indiferente a nadie. Dibujados sin tabúes y sin restricciones, los dibujos de los niños tienen esta pureza, libres de críticas y juicios. Al dibujar, los niños experimentan. A diferencia de los adultos, no buscan lograr un resultado en particular sino expresarse con lápices de colores y marcadores en una hoja de papel. Frescos y espontáneos, los dibujos de los niños no son un arte en sí mismos, sino profundos y ricos en lecciones. ¿Qué debo saber sobre los dibujos de los niños?

Dibujos infantiles: algunos conceptos básicos

Es importante, antes de intentar comprender, saber que el dibujo, en el niño, es un modo de percepción más que un talento. Además, el niño lo dibuja te permite desarrollar ciertas habilidades como en particular elhabilidad motora, percepción, tacto al igual que Habilidades cognitivas.
La manipulación (Vida práctica) de un lápiz permite que el niño controle sus gestos y dirija su mano según lo que quiera dibujar. Un paso fundamental para aprender a escribir. A través del dibujo, el niño aprende a percibir mejor el espacio. Organiza los elementos de su dibujo aprovechando al máximo el espacio. Finalmente, a través del dibujo, el niño reproduce lo que sabe sobre el mundo que lo rodea y expresa emociones. Para muchos psicólogos, la experiencia de dibujo es más importante que el resultado en sí.

De los siete meses a los cinco años: la evolución del dibujo en los niños

Tan pronto como sabe agarrar un lápiz, alrededor de los siete meses, el niño comienza a expresarse mediante garabatos en varias superficies, seleccionados por un adulto. Alrededor de los 12 meses, el niño ya es capaz de trazar líneas para desarrollar dibujos rudimentarios. Las espirales, más complicadas, llegan un poco más tarde, en un gesto mejor controlado, alrededor de los dos años. El niño también desarrolla su percepción táctil. Alrededor de los tres o cuatro años, sin saber necesariamente el objeto que está dibujando, el niño se da cuenta de lo que está haciendo. El resultado final rara vez se parece al objeto que el niño quiere dibujar. Además, el niño puede interpretar su dibujo de forma diferente varios días después de realizarlo. Entre los elementos importantes que dibuja el niño: la figura del renacuajo, sin cuello y cuya cabeza está unida al resto del cuerpo. Un personaje que regresa, que evoluciona a medida que el niño crece. Antes de “la edad de la razón”, es decir entre los tres y los siete años, el niño comienza a integrar los colores para darle una dimensión a su dibujo. (Es mejor introducir cada color primario por separado al principio, luego dejar que el niño descubra los nuevos colores por sí mismo mezclándolos). Los colores, sin embargo, no siempre reflejan la realidad. Lo mismo ocurre con las reglas de perspectivas y proporciones. A partir de los ocho años, el niño toma conciencia del resultado de su dibujo y es por eso que vemos a muchos niños desviándose de esta actividad, juzgando que no son lo suficientemente dotados.

¿Qué se debe considerar en el dibujo del niño?

Como mencionamos anteriormente, es importante no detenerse solo en el resultado final del dibujo. Por tanto, para apreciar plenamente las cualidades del dibujo, es necesario tener en cuenta:

  • El gesto, tan importante como el propio dibujo. ¿Cómo sostiene el niño su bolígrafo, su rotulador, su lápiz de color? ¿Su agarre es flexible y relajado? Tantos elementos que permiten juzgar la motricidad del niño y su autoconfianza. La evolución de los trazos también es interesante en la medida en que, cuando los dibujos son temblorosos, puede indicar que el niño no se está evaluando a sí mismo por su propia valía.
  • El material seleccionado: aquí nuevamente, notamos una diferencia entre los niños con una personalidad fuerte y los que tienen dificultades para presentarse para expresarse. El tipo de herramienta, como el tamaño de la sábana, nos permite obtener indicaciones sobre la personalidad del niño.
  • Colores: algunos colores indican un rasgo de personalidad particular. Por ejemplo, cuando el niño prefiere el azul, generalmente es más sensible, más tranquilo y profundo en sus sentimientos. Por el contrario, el rojo puede traducir una fuerza vital y emociones más intensas.
  • Objetos dibujados: el niño no dibuja lo que ve, sino lo que percibe del objeto dibujado. Ya sea una casa, un sol, figuras o árboles, es importante estimar su tamaño y detalles para poder analizarlos y comprender mejor los rasgos inherentes al niño, sus emociones y su personalidad.

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