Cada vez leemos más resultados de investigaciones realizadas por grandes centros que señalan que los castigos realmente no funcionan. Las consecuencias son muchas. Entre ellos, perjudica la relación entre padres e hijos, como la pérdida de confianza. Nuestra generación fue criada por nuestros padres sobre la base de castigo y de la azotaina.
Si el castigo tiene consecuencias negativas para el desarrollo emocional de nuestros hijos, ¿Cómo podemos actuar en situaciones extremas? ¿Qué funciona mejor?
la organización gubernamental Chile Crece Contigo – Protección Integral a la Niñez lanzó el video “El castigo no funciona”, en el que los niños responden a lo que sienten, cuando son castigados por sus padres.
¿Por qué te castigan?
Cuando se les pregunta por qué son castigados, los niños explican los comportamientos incorrectos que podrían justificar la actitud de sus padres. Para ellos, explican los castigos recibidos:
- A veces me porto mal o no obedezco.
- Mi hermanos miente y, cuando lo hacen, mi madre le cree.
- Porque saco malas notas en la escuela.
- Porque quiero una cosa y mis padres quieren otra.
- Cuando no como todo durante el almuerzo o la cena.
De hecho, los castigos pueden funcionar a corto plazo para disuadir algunos de los comportamientos del niño. Sin embargo, se basan en el miedo y la amenaza. Una de las consecuencias más graves es la falta de confianza del niño en sus padres. Aprenden a mentirles para evitar el castigo. Cuestión de supervivencia.
¿Qué sientes cuando te castigan?
Los padres suelen utilizar el castigo como método de crianza. Como se dijo, a corto plazo puede tener su efecto. Bajo el miedo y la amenaza, silenciamos los sentimientos de los niños. ¿Alguna vez, después del tiempo de castigo, nos pusimos al nivel de nuestros hijos y les preguntamos cómo se sintieron cuando se portaron mal, qué les estaba pasando para sacar una nota baja, por qué no tienen hambre en ese momento?
Parece más fácil castigar, esperando que la situación no se repita. Error de quienes así lo creen. Para aquellos que fueron criados a base de castigos y azotes, basta recordar que repitieron su mal comportamiento una y otra vez. Y fueron castigados una y otra vez.
Los mismos niños respondieron a la pregunta: ¿Qué sienten cuando son castigados?
- Pena
- Enfado
- Disgustado
- Ellos piensan que son un fracaso
- Tristeza
Tenga en cuenta que los castigos no están destinados a enseñar los comportamientos que queremos fomentar. Simplemente detienen, temporalmente, los comportamientos por temor a un nuevo castigo. Y, por supuesto, como el niño no aprende y tiende a repetir el mal comportamiento, lo que sucede es un continuo de castigo cada vez más severo.
¿ Que funciona en lugar del castigo?
Algunas de nuestras actitudes, como padres, pueden utilizarse en lugar del castigo, con el fin de fomentar la mejora del comportamiento de nuestros hijos.
- Tómese el tiempo para conectarse tranquilamente con los niños.
- Trate de comprender las razones de su conducta.
- Explique por qué necesitamos que cambien.
- Busquen juntos una solución al problema.
¿Qué deberían hacer los padres en lugar de castigar?
Por supuesto, los niños no son tontos. Son capaces de entender lo que queremos decirles, si hablamos con calma y respeto. Quizás somos nosotros los que subestimamos su capacidad y creemos que la imposición y el autoritarismo son la única alternativa para conseguir lo que queremos de ellos.
Además, sobre el video, los niños responderán la pregunta: ¿Qué deberían hacer los padres en lugar de castigar?
- Hablar.
- Deben calmarse porque los niños están muy tristes cuando son castigados.
- No gritar.
- Tratar de comprenderlos mejor.
- Abrazarlos.
Educar con respeto y calma
Educar con respeto y paciencia es una forma eficaz de comprender mejor a nuestros hijos.